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II. Definiciones
Se denomina pluralismo sexual a la preferencia y a veces necesidad de algunos individuos de obtener goce erótico con más de una persona en forma simultanea o sucesiva ya sea heterosexual, homosexual o bisexual.
A) La actividad simultánea: puede ser:
1) en el momento:
- la prostitución
- la adicción sexual,
- el sexo grupal:
- Trío,
- Gang Bang,
- Orgías
- Poliamoría
2) en el tiempo
- Matrimonio abierto,
- Intercambio de parejas (swingers)
- Otras: BDSM
B) La actividad sucesiva:
Se caracteriza por la reiteración de formación y ruptura de parejas (por ej.: divorcios sucesivos múltiples).
Pasaremos a describir cada una de las actividades:
1) Así tenemos en la actividad simultanea en el mismo momento:
a) La prostitución:
Es una actividad que exige como condiciones: una entrega sexo corporal como contraprestación lucrosa (determinada tarifa), con múltiples clientes, sin selección previa, ni interés erótico o amoroso personal. Dicha actividad admite prostitutas y prostitutos.
b) La adicción sexual
Es una forma erótica en por la cual algunas personas dedican mucho tiempo a complacer sus necesidades o fantasías sexuales con distintas partenaire sexuales como una practica adictiva en un intento de “medicar” sus sentimientos o sus preocupaciones, sin lograr poder calmar su ansiedad con la ejecución de la conducta erótica.
c) El sexo grupal
Es una actividad erótica en donde varias personas (más de dos) tienen relaciones sexuales entre ellos al mismo tiempo.
Habitualmente este tipo de encuentros se realiza entre personas de diferente sexo, sin embargo hay excepciones.
En el sexo que se practica en grupo la actividad erótica un participante no la realiza con su pareja oficial exclusivamente , sino que hace fundamentalmente con la participación de otros más. Aquí las combinaciones son múltiples:
- un hombre, con dos mujeres, una mujer con dos hombres (Bivirismo)
- el experimentar un orgasmo o disfrutar eróticamente viendo a su pareja tener sexo (Alopelia),
- aquellos quienes disfrutan siendo observados teniéndolo sexo con una pareja que no es la propia (Agrexofilia)
- el ver a su pareja realizando el coito con otra (Candalagnia)
- el imaginarse a la pareja con otra persona en la intimidad (Alorgasmia)
Puede completarse la lista con:
- los voyeristas escoptofílicos o sea las personas que les gusta mirar en la intimidad a otros, pero sin ser observados.
- quienes les gusta exhibirse (exhibicionistas) o quienes les gusta escuchar los gemidos o sonidos producidos por otros al tener intimidad sin ser vistos (ecouteurismo).
En el sexo grupal se describen: a) el Trío, b) Gang Bang, c) Orgías d) Poliamoría
a) El trío
Es la realización de la actividad sexual en la que participan tres personas.
Puede configurar una parafilia llamada también troilismo (ménage à trois ) o triolismo (de tres) es la realización de la actividad sexual en la que participan tres personas.
Lo habitual: dos hombres y una mujer: la doble penetración de la mujer (vagina y recto penetrados por los penes) o un hombre penetrado por otro mientras este penetra a la mujer.
Admite cualquier combinación de las que sean posibles: una pareja casada con un amante de alguno de los miembros de la pareja; tres personas que acuerdan tener esa experiencia, etcétera.
Esto es pues, el sexo grupal que involucra a sólo tres participantes por lo que normalmente no se considera una orgía.
Algunos dicen que para que se pueda llamar orgía, el grupo debe ser de por lo menos 5 personas, incluyendo al menos a 2 de cada sexo (o sea 2+3)
b) El Gang Bang o gangbang
Es la triple penetración (del inglés, polvo en grupo) tres hombres y una mujer, en el que se introducen penes al mismo tiempo en la boca, vagina y ano de la mujer.
También existen variaciones en donde participa solo un hombre y tres o más mujeres, o un solo hombre que es penetrado por un grupo de sólo hombres.
Cuando un hombre es el que mantiene relaciones sexuales con varias mujeres también se le conoce como “gangbang inverso” (reverse gangbang). Dentro de este género se incluiría también el bukkake.
El bukkake es un género pornográfico y una práctica de sexo en grupo, donde una serie de hombres toman turnos para eyacular sobre una persona arrodillada, ya sea mujer u hombre. La práctica tiene fuertes connotaciones de humillación sexual. Por lo general, al finalizar la persona sobre quien se eyaculó se traga el semen, vaciado previamente en un vaso u otro elemento similar.
c) Las Orgías
Es una actividad sexual en grupo en el cual están presentes cuatro o más participantes que puede ser heterosexual, gay o bisexual, sobre todo en lo que a bisexualidad femenina se refiere.
El concepto de orgía en la cultura occidental conlleva la idea extravagancia o desenfreno, (“cama redonda, partuza o fiestita”). Suele estar acompañada por el consumo de alcohol y drogas con palimpsesto o avergonzamiento posterior al encuentro o luego de «dormir la mona».
El término proviene del latin orgĭa, y éste del griego ωργια, orgía, fiestas del dios Dionisios o Baco, esta imagen grabada en época de la Grecia antigua, en un vaso) es una actividad sexual en grupo. También se denomina así a una práctica sin ningún tipo de restricciones (por ejemplo, una «orgía de destrucción»).
En la participación en una orgía, las dificultades prácticas (pero que también contribuyen al placer sexual) incluyen vencer la vergüenza inicial, aprender a ubicarse entre tantos brazos y piernas, imaginar qué posición funcionará y con qué complejidad y vencer los celos (en caso de que se encuentre presente una persona ligada afectivamente).
d) La poliamoría
Es un neologismo que significa tener mas de una relación íntima, simultánea, amorosa y sexual, duradera, (no casual) con el pleno consentimiento y conocimiento de todas las personas involucradas. Es decir, se debe mantener lazos afectivos con más de una persona simultáneamente.
Es una palabra híbrida: del griego poli, muchos y del latín amor.
Este término ya se conocía desde los años 20 del siglo pasado y se lo empleó para denominar la tradición de muchas etnias y culturas en las que prevalecías estas conductas.
De manera tal que, el individuo que se considera a sí mismo emocionalmente capaz de tales relaciones se define a sí mismo como poliamoroso.
En algunos círculos se utiliza el término poliamor para referirse a la práctica de la poliamoría. Por lo tanto, este término no intenta aplicarse a meras relaciones sexuales casuales, orgías anónimas, pernoctas, amoríos, prostitución, monogamia seriada, u otras definiciones populares como el intercambio de pareja (“swinging” en inglés).
Además el término pretende incluir heterosexuales homosexuales y bisexuales, etc., y no intenta particularmente excluir a los adeptos al intercambio de pareja, sí estos se acogen a las condiciones que el término exige para incluirse en él. Es decir, hasta donde sabemos, el intercambio de pareja específicamente no involucra “engaño”, pero ciertamente no implica enamoramiento con sus relaciones externas.
Sin embargo, al hablar con algunos activistas de esta corriente hemos sabido que muchos de los intercambiadores de pareja pueden llegar a involucrarse estrecha y afectivamente con sus múltiples coparticipes, y llegar a ser amigos y amantes regulares. Así, las diferencias entre intercambio de pareja y poliamoría sigue siendo un tema abierto de debate e interpretación.
De manera tal que algunas formas de poliamoría incluyen:
La Polifidelidad: que es una forma de poliamoría que se caracteriza por las múltiples relaciones sexuales afectivos y duraderas entre los miembros de un grupo. La actividad sexual se restringe solo a un grupo de personas que tiene sexo dentro de un grupo preestablecido sin preferencias.
Es un tipo de matrimonio grupal resistido casi universalmente, no obstante ello pudo observarse en alguna sociedades comunales. Un ejemplo excepcional del siglo XIX fue la Comunidad Oneida fundada por el ministro congregacionista John Humphrey Noyes en1848. Noyes pensaba que él y sus seguidores habían alcanzado la santificación; esto es, que era imposible para ellos pecar, y para estos sacrificados, el matrimonio (junto con la propiedad privada) fue abolido al considerarse una expresión de celo y exclusividad. La Comunidad Oneida practicó sexo comunal y compartió responsabilidad paternal, y en efecto funcionó como un gran matrimonio grupal durante mas de treinta años, hasta alrededor de1880.
En el siglo XX la Comunidad Kerista practicó el matrimonio grupal en San Francisco durante veinte años (de 1971 a 1991).
La polifidelidad también ha sido practicada en otros tiempos y culturas.
En el matrimonio grupal todos los miembros de un grupo están igualmente asociados sexualmente entre si.
En la poligamia: una persona se une con varios varones (poliandria) o varias mujeres (poliginia)
En las tribus y / o clanes: las relaciones de amor y sexualidad, entre miembros de un mismo grupo existen, pero manteniendo entre todos una identidad y cuidado común.
Como podemos observar los valores que aquí se discuten son ideales.
La mayoría de los monógamos definen fidelidad como el compromiso a un sólo amor exclusivo, absteniéndose de tener algún otra relación sexual o de pareja durante dicho compromiso.
A diferencia, la mayoría de los poliamorosos definen fidelidad como el ser honesto y cercano con sus amores respecto a sus relaciones adhiriéndose a los compromisos establecidos con éstos.
Por lo tanto, no existe un “modelo estándar” de relación poliamorosa, los participantes de una relación pueden tener diferentes ideas acerca de cómo la relación debe funcionar. Así, si no se definen las ideas, las expectativas fallidas pueden ser extremadamente dañinas a la relación. Por esta razón, muchos poliamorosos se abocan explícitamente a decidir con todos los involucrados las reglas básicas de la relación.
A diferencia de otras formas de relaciones negociadas (por ej.: acuerdo prenupcial) los poliamorosos comúnmente toman la negociación como un proceso continuo a lo largo de la vida de la relación, donde la confianza reemplaza a las prohibiciones posesiones, como por ejemplo: “tú eres mío/a” (marco de propiedad y control).
Los poliamorosos distinguen “ al amor de su amor” , y siguen el viejo dicho: “Si amas algo, déjalo libre, si regresa es tuyo, sí no, nunca lo fue”.
Las definiciones de poligamia y poliamoría admiten en la práctica una distinción: la “poligamia” es más frecuentemente usada para referir a una forma codificada de matrimonio o unión múltiple (especialmente aquellos que tienen una base religiosa o tradicional), mientras que “poliamoría” implica una relación definida por acuerdos entre los miembros, más que una norma cultural.
Así la poliamoría está ligada a grupos e ideologías que favorecen la libertad y preferencia individual en asuntos sexuales, por ej.:. homosexuales, lesbianas, etc., nutridos de valores de respeto, honestidad, comunicación y negociación afines con estos grupos. La poliamoría se la identifica claramente como una forma distinta de vida.
Por otra parte la mayoría de las religiones (incluyendo todas las cristianas) esperan que una persona elija una pareja sexual o marital. Aún aquellas sociedades o religiones que permiten relaciones polígamas comúnmente la limitan a una forma rígida definida de matrimonio (norma cultural-social definida)
Una crítica común a la poliamoría está basada en la creencia que al dividir el amor entre varias parejas, ese amor se disminuye. Esto es un argumento matemático que trata al amor como un objeto dividible o bien como un entero, algo que solamente pueden darse a una persona si se le quita a la otra. Los poliamorosos rechazan esta visión del amor, argumentando que el amor no se disminuye por la división. Un argumento usualmente sostenido es que una persona que tiene dos hijos no ama menos a cualquiera de ellos por la existencia del otro.
Aquellos que valoran la monogamia a menudo señalan la fuerza y confianza que puede construirse en parejas duraderas por estar enfocados uno al otro, al no tener otras relaciones. Un punto de vista intermedio es que mantener una relación requiere tiempo y energía, y ninguno de estos recursos son infinitos; así, mientras es posible amar a varias personas tanto como a una, hay un punto tal en que las relaciones pudieran empezar a sufrir.
Las relaciones poliamorosas a menudo son criticadas porque no duran. Es difícil llegar a números precisos sobre la longevidad de las relaciones poliamorosas en comparación con las monógamas, lo que parece difícil evaluar. Al igual que muchos grupos de relaciones no-tradicionales, los poliamorosos no publicitan su status de relación. Comúnmente, sólo aquellas que fracasan en público se llegan a percibir. El criterio de “éxito” de sus participantes no siempre coincide con una “meta” establecida por la convención monógama.
Se carece de estudios académicos serios que comparen relaciones monógamas con poliamorosas, ya sea en función de duración (en la medida de aquellas relaciones que hacen un compromiso de “vida”), o en función de satisfacer las expectativas de los que participan.
Mientras que un observador casual pudiera observar muchas relaciones poliamorosas que terminan, los adeptos a la poliamoría observan que relativamente pocas relaciones monógamas tampoco son verdaderamente exitosas: citando el índice de divorcio, el número de matrimonios que se mantienen juntos sólo por apariencia, o el número en donde hay engaño o infelicidad. Así, hasta que no existan estudios serios, las reclamaciones en ambos sentidos deben tomarse como anecdóticas, con apoyos potenciales, y ciertamente no-científicas.
En la actividad simultánea en el mismo tiempo tenemos:
a) El matrimonio abierto
Se denomina matrimonio abierto a una relación entre dos personas casadas entre sí donde ambos participantes se permiten ser libres de tener otros amores (relaciones extra-matrimoniales) en forma consensuada.
La práctica de relaciones extra-maritales es a menudo ilegal en jurisdicciones donde el adulterio se considera un delito, sin importar si la pareja haya dado su consentimiento previo.
El matrimonio abierto no es lo mismo que la poligamia, donde las relaciones sexuales se mantienen con exclusividad entre las partes comprometidas.
Cuando no hay vínculo matrimonial, este concepto descripto se aplica a la unión libre, y en estas circunstancias se habla de relación abierta.
La relación abierta, también debe distinguirse de la poliamoría cuyos conceptos son diferentes:
- Algunas relaciones afectivas ponen restricciones estrictas en sus partes (por ej.: polifidelidad); tales relaciones son poliamorosas, pero no son abiertas.
- Algunas relaciones permiten sexo fuera de la relación primaria, pero no, amor o romance; tales relaciones son abiertas pero no poliamorosas
- Algunos poliamorosos no ven dicotomías entre “relacionados y no relacionados” entre “amores y no amores”; sin estas divisiones, parece no haber caso para clasificar las relaciones como abiertas o cerradas.
Por lo tanto en una relación abierta (unión libre) no existe vínculo matrimonial a diferencia del matrimonio abierto (open marriage) donde ambas partes acuerdan tener permiso para tener relaciones sexuales fuera del matrimonio, sin considerar esto como una infidelidad sexual.
El matrimonio abierto puede ser visto como el estado intermedio entre el matrimonio tradicional y el amor libre. Sin embargo, la idiosincrasia de cada matrimonio abierto es definida por los individuos involucrados.
No existe un conjunto de reglas o límites para un matrimonio abierto; cada pareja es única al definir lo que funciona para ellos en un tiempo dado. Así también, las reglas están sujetas a cambios con el tiempo, en la medida que las personas y sus relaciones crecen. Este cambio es necesario para adaptar a las nuevas circunstancias a las que se enfrentan.
Muchos terapeutas familiares en esta clase de relaciones se avocan a la idea que la clave de la relación, especialmente en el matrimonio abierto, es la honestidad y la comunicación abierta entre todas las partes involucradas.
En fin en los grupos abiertos en la diversidad se encuentra en toda la gama de peticiones: parejas jóvenes dispuestas, creativas sexualmente; matrimonios estables, gays, lesbianas, bisexuales, liberales, gente común gente culta, gente madura, practicantes del sexo sin ataduras, que cumplen fantasías, con el gusto de ver o ser vistos, sin drogas, sin conflictos, directos.
b) Las parejas swingers
El término swinger es un derivado de to swing: balancearse, oscilar, que cambia de un lugar a otro) o swinging (hamacarse)
La palabra swinger tiene sus orígenes a fines de los años sesenta y principio de los setenta y se hizo popular por una película americana dirigida en 1969 por Paul Mazursky “ Bob & Carol & Ted & Alice”.
El término swinger le ha parecido peyorativo sobre todo a las personas de habla inglesa, por ello se acuño el término Life Style o Life Styler que pretende describir el acto del intercambio como un estilo de vida y no una moda o una patología.
Típicamente las actividades de los swingers es el intercambio de pareja y ocurren cuando una pareja casada o comprometida en forma afectiva estable, se involucra con una pareja de similares condiciones.
Estas actividades pueden o no ocurrir en un mismo cuarto. El sexo en estas ocasiones se denomina juego. Este fenómeno (o al menos su discusión) puede ser visto como parte de una revolución sexual en las últimas décadas del siglo pasado.
No se debe confundir la ¨partuza¨, ¨orgía¨ o ¨fiestita¨, con un encuentro swinger. Los swinger están formados por personas que tienen parejas estables vinculadas grupalmente para la actividad sexual.
La pareja estable en cada encuentro swinger construye fantasías, emociones y recuerdos que son parte de la vida diaria y, en especial, de la intimidad de la pareja. En las orgías las personas se juntan en el momento de placer y este no se extiende más allá del tiempo en que se vive el sexo.
En ciertas ocasiones los swinger se asocian a varones o mujeres no ligadas por vínculos afectivos, y se observa que llegan a acuerdos, se juntan y se promocionan como pareja real para integrarse a un grupo o intercambiar con otra pareja. Los grupos integrados de swingers suelen detectar esta maniobra y es factible que lo dejen pasar cuando lo consideran un hecho eventual y que nunca llegarán a ser parte del mundo swinger, de su lado social, de la construcción de amistades, etc.
Otro problema a discusión en este tipo de relaciones es la que presenta la soltería. Mientras que algunos clubes de intercambiadores de pareja no tienen lugar para hombres solteros, muchos, pero no todos pueden admitir a mujeres solteras, comúnmente con un precio de admisión reducido.
Mientras que existe el estereotipo donde sexo es lo que las mujeres tienen y lo que los hombres quieren, la realidad es que muchas mujeres solteras tienen deseos sexuales que satisfacen en los clubes de intercambio de pareja.
Algunos se oponen a involucrar solteros de cualquier género con los intercambiadores de pareja debido al temor de que puedan tender a separar a las parejas existentes, las cuales buscan conservar fidelidad afectiva.
A diferencia de una “pareja liberal” que no necesita del consenso del otro, para decidir tomar una decisión con libertad absoluta en el plano sexual en forma arbitraria, los swingers practican el sexo con otras personas con consenso de su propia pareja, ya que ello puede generar la posibilidad del enfriamiento de la intimidad de la pareja que es uno de esos riesgos, y los celos por pensar que la pareja no le cuenta todo lo que hizo al salir con otro sin su compañía.
El acordar con una pareja la elección de otra es parte del juego, hay piel con una persona cuando se establece cercanía con ella, ahí los swingers encuentran el encanto en el juego cómplice con la pareja que les resulta tan excitante como el sexo mismo.
La pareja liberal no tiene esa oportunidad: juega en soledad y cuenta a su pareja sólo lo que le parece prudente contar; el resto de la historia no siempre la declara. Es la parte donde juega lo oculto, aspecto no compartido entre los swingers.
Mientras que el sexo swinger es simple, sólo genital: se elige la pareja que mas gusta, se conversa lo suficiente para conocerse elementalmente… y a la cama, sin otros compromisos ni asuntos pendientes, sin otras cargas ni otros valores; el sexo matrimonial por lo contrario, es complejo lugar seguro, de valores afectivos y de compromiso, costumbres, y la fuerte intimidad que la convivencia genera. Pero también estos factores pueden afectar la sexualidad de la pareja, las tensiones de la vida cotidiana, la falta de tranquilidad cuando hay hijos y muchos otros aspectos más intervienen en la libre expresión de la sexualidad en pareja.
Los swingers pasan fugazmente por la cama de los otros, no se quedan en ella ni buscan más atención que la genital en ese momento concreto. Si esto se respeta (y la mayoría de los swingers lo hacen), no hay otras historias que lamentar. Cuando, por el contrario, se aferran a otra pareja o a un solo o sola en el caso de los tríos, la cuestión comienza a tener sus riesgos.
Históricamente se tiene la idea de que el amor está asociado culturalmente a la posesión indisoluble del cuerpo del ser amado: así sólo se disfruta de él y viceversa. Pero lo cierto es que la posesión física del otro tiene que ver con aspectos reproductivos y no sexuales en su origen. Claro que si bien hoy el tema de la reproducción, su control y prevención, están ligados a la utilización de variados recursos de muy alta eficacia, la idea de la posesión física del ser amado no cambió en general. Es que dos mil años de cultura pesan.
Los swingers aceptan ser sexualmente más amplios y no necesitan, para sentirse seguros y amados, tener la exclusividad sexual y conciben el amor de forma más profunda, menos posesiva.
Compartir no es entregar, dar un paso al costado ni perder la posición dominante en el plano del amor, único sustento de la pareja. Pueden gozar con otros sexualmente y amar en exclusividad, y expresan que es mentira la idea de que uno es el único que excitar a su pareja
Para los swingers la llamada infidelidad en sentido social, en muchos casos, no tiene que ver con desamor o desprecio a la pareja, sino que está enrolada con el deseo sexual, con la búsqueda de la variedad, algo que forma parte de nuestra esencia humana. Entonces la fidelidad sería una especie de prisión para nuestra verdadera sexualidad.
Por lo tanto, los swingers buscan una alternativa a la llamada infidelidad, que es saber lo que desea su pareja y vivirlo en conjunto es mejor que ocultarlo, mentir o realizar sin su saber o conocer. La pareja swinger ejerce una sexualidad honesta pues de manera compartida amplían sus experiencias sexuales sin engaño ni secretos.
Un swinger me dijo: “ahora tengo de que hablar con mi pareja” “¿Qué sería de mi relación de pareja si no fuera swinger?”: nada.
Las actividades de intercambio de pareja, incluyen el observar a otros tener sexo, tener sexo con su propia pareja mientras es observado, besar, acariciar, o tener sexo oral con una tercera o cuarta persona (llamado intercambio suave); o tener penetración sexual con algún otro además de su pareja (intercambio total), lo cual es la definición comúnmente entendida de intercambio de pareja.
Muy importante es el hecho de que en el intercambio de pareja una regla de oro es el no presionar al otro “el no es no”, esto es si algo o alguien no es de su agrado simplemente no se insiste y se respeta. Como parte de la dinámica de comunicación en el grupo, se guarda el anonimato hacia fuera como una medida de protección.
En general cada grupo de intercambiadores, como medio social, puede tener sus reglas específicas que se comparten colectivamente (compartir a la pareja). Pero, en muchas ocasiones uno solo de los miembros de la pareja es quien esta convencido de pertenecer a un grupo swinger y presiona al otro sutilmente (chantaje emocional) para que acceda y se convenza de participar.
En los grupos establecidos, los sistemas de comunicación y de organización están regulados por una pareja o personas que coordinan los eventos, o los lugares de reunión, con cuotas establecidas, etc. Se guarda el anonimato y los contactos de relación son más efímeros.
La “principal directiva” en el intercambio de pareja es “no” significa “no”. Esto significa que el rechazo a una proposición sexual no requiere justificación y debe ser siempre respetada. La violación a esta regla, en ocasiones lleva a la expulsión inmediata.
Otras reglas estrictas en muchos clubes de intercambio de pareja es el uso obligatorio de condones que deberán ser exclusivos para cada contacto sexual.
En los USA, se considera inadecuado tocar sin pedir autorización, mientras que en Europa incluyendo el Reino Unido tocar como el remover firmemente la mano es ampliamente aceptado como adecuados, aunque no exista comunicación verbal en el contexto del juego.
La bisexualidad femenina es muy común y tiende a ser una norma entre participantes de intercambio de pareja.
La bisexualidad masculina es mucho menos reconocida y dependiendo del club pude ser indeseable y pocas veces abiertamente aceptada. Aunque la comunidad esté generalmente confortable alrededor de tolere la bisexualidad en hombres, muchas veces preferirá que no incurran en actividades sexuales entre ellos.
Los clubes de parejas homosexuales o lesbianas operan de forma separada de la más amplia comunidad de intercambio de pareja.
Los clubes homosexuales donde se incluyen a intercambiadores bisexuales, tienen motivos generalmente incompatibles con aquellos de la comunidad bisexual.
La comunidad homosexual es generalmente más tolerante con la bisexualidad, pero un hombre heterosexual buscando fantasear en torno a dos mujeres está fuera de lugar en la comunidad lesbiana. Algunas comunidades lesbianas limitan sus socios a sólo mujeres.
Se pueden diferencias dos grupos: uno en donde una persona es el anfitrión de una fiesta privada y otro en donde deliberadamente dos parejas se ponen de acuerdo para compartir. Aquí se conocen más íntimamente a las parejas que comparten entre si y pueden existir vínculos afectivos más duraderos que en los grupos establecidos.
Otros grupos pueden buscarse eventualmente mediante Internet u otros medios de difusión (anuncios en el periódico, revistas, etc.) para encontrarse.
Algunas actividades de intercambio de pareja están muy bien organizadas. Hay por lo menos 400 clubes de intercambio de pareja en los USA y más de 600 en Europa.
En la mayoría de las grandes ciudades se tiene al menos un club permanente aunque frecuentemente guardan un perfil bajo para evitar la atención negativa.
Los intercambiadores se encuentran a través de revistas, anuncios personales, fiestas caseras de intercambio y por la red.
Los clubes se dividen típicamente en clubes “internos”, donde la actividad sexual puede ocurrir dentro del local, y clubes “externos” donde la actividad sexual no está permitida al interior del local pero se puede concertar en un lugar cercano.
Existen algunas organizaciones nacionales que organizan el intercambio de sus miembros, convenciones y vacaciones grupales.
Muchos de los clubes externos siguen un formato de bar o club nocturno, algunas veces rentando un bar existente para eventos programados en los días en que estos tienen poca demanda.
En Europa, los clubes externos son raros. Existen tres formatos estándar: el bar / club nocturno, usualmente pequeño, ubicados en los centros de las ciudades, y enfocado alrededor de la pista de baile; el formato de Spa en ambiente nudista, con piscinas, piscinas de hidromasaje, saunas, cuartos de vapor; y el formato de club de campo, fuera de las ciudades, que incluyen elementos de los dos anteriores, ofrece además amplias áreas recreativas y usualmente los alimentos se sirven a manera de buffet.
Por último debemos hacer una somera reflexión clínica psiquiátrico-sexológica en función de nuestra experiencia de personas entrevistadas en nuestra práctica medica.
Hemos observado que muchos intercambiadores suelen ser personas que se sienten incapaces de poder satisfacer las necesidades íntimas de su propia pareja de forma personal, por lo cual buscan a alguna(s) persona (s) que les ayuden a completar esta tarea.
Clínicamente hemos visto que algunos intercambiadores presentaban rasgos paranoicos comparando su propio desempeño sexual con quienes le ayudan a completar la tarea de satisfacer a su pareja (reafirmación de su capacidad sexual y supervisión de su rendimiento comparado).
Otros presentan conflictos con respecto al manejo de sus emociones ( tratan de disociar sexo de amor), durante la actividad de sexo grupal, pero terminan enamorándose de otra pareja que no es la propia con quien puede establecer un compromiso emocional aunque se siga la regla de la no exclusividad sexual.
En algunos casos pueden provenir de familias disfuncionales, desintegradas o conservadoras. En este sentido, llegan a tener conflictos no resueltos con respecto a alguna de las figuras de los progenitores, del cual no recibieron afecto o este se distorsionó al ser recibido (posible abuso).
Como grupo familiar los lazos de pertenencia son muy débiles, lo cuál puede propiciar inseguridad o inestabilidad emocional, oculta a través de una aparente seguridad en el compartir a la propia pareja. Presentan cierta agresión u hostilidad hacia el sexo contrario también de forma inconsciente y bajo compromiso hacia las actividades de su propia familia o pareja.
c) Otras: B.D.S.M.
Etimológicamente, surge como la yuxtaposición de dos acrónimos diferenciados, B&D y S&M, que representaban bondage y disciplina, por una parte, y sadismo y masoquismo, de otra.
Es la denominación usual empleada para designar una serie de prácticas y aficiones sexuales relacionadas entre si y vinculadas a lo que se interpreta como sexualidad extrema o no-convencional.
Tales actividades sexuales suelen realizarse bajo ciertas condiciones en prácticas grupales, por ello intentaremos describir someramente las características de estas manifestaciones sexuales.
El bondage es la práctica de encordamientos o ataduras sobre el cuerpo humano, con fines estéticos o sexuales.
Es un anglicismo (de to bind) que asume a su vez la tradición del shibari, palabra japonesa para el arte del encordamiento.
Puede conllevar la inmovilización de la persona pasiva, o no. Asimismo, puede incluir o no la sujeción de esta a un elemento fijo, la suspensión parcial o total, etc.
Las cuerdas suelen ser de algodón, o fibras artificiales, pero también pueden ser de yute, paja de arroz, esparto, mezcla, etc.
También se entiende de forma extensiva como bondage las inmovilizaciones con esposas, pañuelos, cadenas, etc. El bondage puede formar parte de una relación más amplia, o practicarse de forma exclusiva.
La disciplina es un término genérico que describe las actividades de quienes gustan, de la flagelación erótica, también llamada la práctica de los azotes eróticos, en forma activa o pasiva. Se utiliza el logger o pequeño látigo de colas, empleado en rituales de flagelación. También consiste en el uso de la mano para azotar principalmente las nalgas de la persona pasiva (recibiendo en este caso el nombre especifico de spanking) o bien usando algún instrumento, en cuyo caso se extiende la zona azotada a piernas, senos, tórax, etc.
Los instrumentos de azote clásicos en este último tipo de práctica son los floggers o gatos de cola, la paleta, la canne o vara fina y flexible de fresno o similar, la fusta y el látigo, entre otros. Y también un sinfín de instrumentos diseñados en principio con otro propósito, como cepillos de ropa, zapatillas, etc.
El sadomasoquismo o algolagnia es un término genérico que define relaciones en las cuales el binomio dolor–placer tiene una gran importancia como medio de materializar relaciones de intercambio de poder.
Se denomina sadismo, a la práctica activa que realizan las personas que sienten un placer sexual al castigar a otra.
El masoquismo, sería la práctica pasiva, la de aquellas personas que experimentan un placer sexual al sufrir determinada intensidad de dolor. Las investigaciones de cierto peso científico realizadas en las dos últimas décadas, conducen a pensar que ambas tendencias coexisten en mayor o menor grado en todo ser humano. A esto habría que añadir muchas prácticas fetichistas.
El fetichismo es el uso de símbolos o fetiches a los que se les asocia, por parte de quien lo practica, un valor especial, más allá de su uso cotidiano o de su valor intrínseco. Puede ser una figura religiosa que se lleva en el coche para protegerse de un accidente (fetichismo religioso), una prenda a la que se concede por quien la lleva el poder de traer buena suerte (fetichismo socio-cultural) o unas medias enmarcando unas piernas femeninas, que despiertan en quien las contempla una fuerte motivación erótica (fetichismo sexual).
En el marco del BDSM, los fetichismos que se relacionan son aquellos de contenido sexual, y los más comunes son los relacionados con los pies, las medias, las botas, los zapatos de tacón alto de aguja, la ropa interior, los uniformes, el vello corporal -o la ausencia del mismo-, etc.
Existen por tanto dos tipos de fetichismo en el BDSM: el de la persona que gusta despertar motivaciones sexuales, por ejemplo llevando altos tacones de aguja, y el de las personas que se sienten atraídas por la exhibición del correspondiente fetiche.
Entre la prácticas del fetichismo se encuentran el de los tacones, de la ropa de cuero y otros, junto con los juegos en los que cada parte asume uno de los roles, como los de maestro/alumna/o, doctor-paciente, niñera-bebé, juegos de entrenamiento de mascota y otros.
Algunas de las prácticas que engloba el término, como la humillación erótica, el dolor, la sumisión y otras, no podrían entenderse al margen de su implicación con una específica forma de placer mutuo, sin la cual las citadas prácticas se asociarían con sensaciones desagradables.
Durante una sesión (el tiempo en que se practica ese intercambio de poder) los participantes acuerdan determinadas reglas para garantizar que las prácticas se realizan en un entorno de consenso y libre voluntad.
Las relaciones BDSM suelen seguir un modo seguro, sensato y consensuado (SSC) respecto a sus prácticas:
- seguras, en cuanto al conocimiento necesario sobre su desarrollo y sobre el material usado, así como sobre la prevención de riesgos.
- sensatas, en cuanto a la capacidad razonable de decisión por parte de los actores, no alterada por drogas o bebidas y acorde con la experiencia de cada participante, sabiendo diferenciar fantasía y realidad.
- consensuadas, en cuanto a que los participantes estén de acuerdo sobre la forma e intensidad con la que se realicen, e igualmente que dicho acuerdo pueda rescindirse en cualquier momento
Sin embargo, lo que en su inicio fue una definición creada para deslindar el campo del sadomasoquismo consensuado del de los malos tratos (sobre el que la sociedad mantiene una severa prevención), fue desarrollando en algunos pequeños grupos modelos de intransigencia muy alejados del propósito inicial y de la metodología de sus creadores.
Desde los años noventa surge un nuevo concepto, el R.A.C.K, que reúne en torno a su definición un elevado número de activistas.
Rack es el acrónimo de Risk Aware Consensual Kink, que es traducido en la comunidad hispano parlante como riesgo asumido y consensuado para practicas de sexualidad alternativa (o no convencional): R.A.C.S.A .
El RACSA pone los acentos en la responsabilidad propia de los participantes en una actividad BDSM, responsabilidad informada y consensuada para evaluar y asumir los riesgos de dicha actividad.
Más que una diferencia semántica o de concepto, los partidarios del RACSA tratan de modernizar una definición (la del SSC) que se concibió fundamentalmente para trazar una línea divisoria con los malos tratos de género, pero que sus mismos impulsores han tenido que reconocer, una y otra vez, que su propósito original estaba siendo defraudado y prostituido por el uso intolerante, extremista y poco inteligente por parte de algunos grupos marginales dentro de la comunidad BDSM.
La mayor parte de los activistas de la escena adoptan actualmente la postura de señalar la definición SSC como adecuada para comunicarse con el mundo de la sexualidad convencional, mientras que sostienen que el término RACSA define con mayor rigor y precisión las prácticas BDSM reales.
En estas actividades sexuales que pueden conllevar algún tipo de riesgo para la integridad de los participantes tiene gran importancia el concepto de palabra de seguridad.
Dado que muchas de las situaciones durante una sesión contienen elementos de fantasía y/o rol, y que en algunos de ellos se escenifica la “protesta” del participante sumiso, fue necesario crear un sistema de comunicación que le permitiera a éste dejar claro el momento en que su protesta era real y equivalía al deseo de no continuar. Y era preciso que el Dominante pudiera percibir nítidamente este deseo y diferenciarlo de la escenificación del “¡no, no más!” que podía ser parte del juego sexual pactado.
La solución, fue la denominada Palabra de Seguridad. Puede ser una palabra de rápida dicción y sonora (“stop”, “alto”), una que sea significativa para quien la debe recordar (por ejemplo el nombre de una persona familiar), etc.
La palabra-código (también así llamada) es usada por la parte sumisa para indicar de forma rápida que el grado, las circunstancias o la actividad que se está desarrollando, no es de su gusto y que desea parar.
La ética del BDSM prefija que en todo momento la parte dominante respetará dicha manifestación e interrumpirá la actividad.
La palabra de seguridad no debe contener sonidos fonéticamente tenues, para evitar su mala audición con música ambiental. Tampoco debe contener la vocal “i”, ya que esta es difícil de entender si la voz está tomada.
La palabra de seguridad es el medio a utilizar en casos de verdadera urgencia, o cuando se quiere interrumpir la sesión por alguna razón.
Dentro de la comunidad BDSM, existen otras formas minoritarias de contemplar el empleo de la palabra de seguridad, especialmente para los practicantes del metaconsenso. Para ellos, la parte pasiva o sumisa cede voluntaria y consensuadamente la completa responsabilidad sobre el desarrollo de la sesión a la parte activa o dominante.
En esos casos es la parte activa la que decide si interrumpir o no la sesión, lo que presupone (además del previo consenso) un elevado grado de confianza y conocimiento entre ambas partes.
En el BDSM se identifican dos roles: dominante (también usado el término top, o activo ) y sumiso (también bottom o pasivo).
El dominante es el que disfruta de estas prácticas manteniendo la iniciativa y el control de la acción, mientras que la parte sumisa obtiene placer al entregarse en manos del dominante, para que sea éste quien le dirija.
Además, algunas personas gustan de ejercer ambos roles, dependiendo del momento o de la persona con la que actúe. En ese caso se habla de un activista switch, término inglés con el que se designa aquello capaz de conmutar o invertir una acción o un fenómeno.
Al igual que el consenso sexual permite distinguir con claridad cuando dos personas están haciendo el amor y cuando, al faltar este, se produce una violación, de igual manera comparar una sesión BDSM (pese a la apariencia de violencia verbal o física) con una situación de malos tratos, sería como pretender comparar la noche de amor de una pareja con el delito de una violación.
El consenso puede revestir múltiples formas. Por ejemplo, mediante la escenificación de una negociación previa a la sesión, en la que se establece el cómo, el cuando y el grado de las actividades a realizar, la palabra de seguridad a emplear, etc. Pero también puede adoptar la forma de acuerdo menos elaborado, cuando existe amplia confianza por ambas partes. En todo caso, siempre su existencia es básica para que la actividad a desarrollar esté encuadrada en lo que se denomina BDSM.
También existen fórmulas de consenso global, especialmente en parejas que se conocen o se relacionan habitualmente. En estos casos, no siempre se da una negociación previa antes de cada sesión, sino que a menudo se establecen pactos más abiertos y a más largo plazo.
Por otra parte el metaconsenso es una forma específica de consenso, propia de algunas relaciones BDSM muy avanzadas en el mutuo conocimiento y donde se producen situaciones de profunda confianza entre la parte sumisa y la parte dominante, además de suponer una amplia experiencia por parte de este último.
En dichas relaciones la parte sumisa manifiesta explícitamente que no desea asumir la responsabilidad de interrumpir la sesión en el caso de sentir que ésta supera sus límites o su capacidad, sino que desea que sea el dominante quien tome esa responsabilidad y decida en todo momento al respecto.
Esto implica, por ejemplo, que la parte sumisa asume de forma responsable, consensuada y sensata, su deseo de que, en caso de rogar dar por finalizada una actividad concreta (o la sesión en su conjunto), sea el dominante quien decida aceptar o no esa petición.
A raíz de generalizarse el concepto SSC, el metaconsenso pasó a estar en desuso. Ofrece la “ventaja”, para la parte sumisa, de no tener que preocuparse por el desarrollo de la sesión, ya que será el mismo dominante el que la interrumpa si cree que está siendo demasiada intensa, sin necesidad de esperar que aquella lo manifieste.
Esto es especialmente importante en los casos en donde la parte sumisa se encuentra en un estado cercano al éxtasis, el llamado sub-space que puede sobrevenir frecuentemente durante una sesión. Tal situación conlleva también el peligro de que bajo ciertas condiciones extremas se produzca “algún accidente” sobre todo cuando se busca el orgasmo por ahorcadura y donde el deceso de la “víctima” ha traído mas de un problema médico legal.
Algo que sorprende al estudiar la evolución del BDSM es su diversidad. Aunque históricamente sus raíces surgen del movimiento sadomasoquista de género homosexual, cuando se desarrolla verdaderamente como aglutinador, a partir de 1992, lo hace agrupando una amplia diversidad de prácticas, aficiones e identidades sexuales, hasta el punto de que esa misma diversidad le confiere uno de sus aspectos más sobresalientes.
Actualmente, el BDSM aglutina como subcultura a individuos estrictamente heterosexuales, a homosexuales de ambos sexos y a bisexuales.
En cuanto a las prácticas, van desde la mujer que le gusta usar zapatos de tacón de aguja como elemento fetichista, constituyendo esto su única aportación no-convencional, hasta el masoquista de alto grado que vincula dolor y placer.
Todos ellos comparten una cierta estética y un elemento común: el consenso y la tolerancia adulta, bajo el lema: “Tu gusto no es el mío, pero me gusta que lo puedas practicar”.
En la escena BDSM se define así la relación integrada por una parte pasiva, que adopta el rol sumiso en dicha relación, y una parte activa, que hace lo propio respecto del rol dominante. También se le denomina relación D/s o de dominación –sumisión y en todo caso se concreta en torno a un modelo de Intercambio Erótico de Poder, (EPE).
En la D/s se emplean las denominaciones de sumisa o sumiso, en un caso, y las de Amo-Ama, en el otro. La denominación de Dómina o Mistress (para dominantes femeninos), suele ser más usada en la llamada dominación femenina profesional, más cerca de la prostitución especializada que de las relaciones D/S.
Otras denominaciones usuales aunque no tan frecuentes, son esclavo/a, Señor/a, Tutor/a y Master/Lady. A menudo se designan con una inicial Mayúscula las denominaciones del dominante, y en minúscula las de sumisas y sumisos.
Por otra parte el concepto de juego es muy usual en una parte importante de la comunidad BDSM. Se trata de personas que consideran las prácticas relacionadas con su afición como algo de contenido, forma y fondo eminentemente lúdico-sexual, escénico.
En el vocabulario de estos activistas, se habla de juego, de jugar, y de juegos de rol, refiriéndose generalmente a quienes toman y representan un papel dentro de una escenografía formada por un par complementario : maestro-alumna, cuidador-mascota, enfermera-paciente, amo-esclava, niñera-bebé, etc.
Un elemento esencial de este tipo de relación es el EPE. Este tipo de fantasías escenifican en la práctica una situación no-igualitaria como elemento de juego sexual, pero se enmarcan en relaciones que, paradójicamente, suelen ser más igualitarias (fuera del juego) que muchas otras del resto de la sociedad.
Durante la sesión (o más bien, en este caso, durante el juego) los practicantes actúan siguiendo los modelos de comportamiento supuestos en el personaje que interpretan: si se trata de un rol cuidador-mascota, aquel utilizará el lenguaje propio de quien habla cariñosamente (o con enfado) con su mascota, mientras que quien se atribuye este ultimo papel, imitará en parte los movimientos, comportamientos e incluso sonidos de dicha mascota. Al finalizar la sesión, la pareja recobra su relación habitual.
La forma más extrema de este tipo de relación sería la denominada 24/7, donde la pareja (generalmente en los roles Amo/a-sumisa/o) extiende la escenificación de su vivencia hasta la totalidad del tiempo disponible, es decir, como si vivieran permanentemente (24 horas al día, siete días a la semana) en la situación escenificada.
En estos casos se sigue hablando de roles, pero se evita cuidadosamente anteponer la palabra juego. Al mismo tiempo, se elaboran sofisticadas formas para compaginar la vida social, laboral o familiar de la pareja, con su propósito de permanecer en la relación 24/7. Este tipo de relación recibe también el nombre de TPE o Total Power Exchange,
El TPE se diferencia de todos las demás relaciones BDSM, al rechazar los frenos y las limitaciones que estas se auto imponen, pero mantiene estrictamente el único elemento que dota de común marco a toda la comunidad BDSM: el consenso
De todos modos algunas de las prácticas más comunes pueden ser, sin olvidar las limitaciones antes mencionadas:
- Bondage (atamientos, ritualizados o no)
- Cera (derramada sobre el cuerpo)
- Pinzas (colocadas habitualmente en lugares estratégicos: pezones, zona inguinal, etc.)
- Sumisión ritual
- Humillación ritual
- Flagelación erótica
- Sexualidad dirigida
- Uso de determinadas señales (collar de sumisión)
- Código de vestuario (por ejemplo la renuncia al uso de prendas de lencería interior, de pantalones en las mujeres de rol sumiso, etc.)
- Prácticas de sexo extremo (fisting, lluvia dorada, etc.)
Sin embargo, muchas de las prácticas y usos sí revisten una común importancia, como el collar, las ceremonias de Iniciación, los anillos, las marcas y tatuajes, la ropa y las señales de código, etc.
Como toda cultura con complejas y ritualizadas formas de expresión, el BDSM muestra una serie de símbolos a los que sus integrantes dan un valor más o menos esencial.
Así el collar en el BDSM, de cuero o metal, simboliza la entrega. Pueden ser tremendamente sofisticados, estilizados o bastos y de castigo, destinados a su uso en sesiones íntimas o para llevar en público. Suelen llevar uno o más ganchos para completarlos con un tirante-guía, que el dominante maneja o usa para inmovilizar, y pueden estar adornados con abalorios, campanillas, cascabeles, púas o incluso aplicaciones de oro y plata. Su uso simbólico se da fundamentalmente en las relaciones D/s (dominación-sumisión, es decir, las que incorporan elementos de cesión de poder o EPE)
En el BDSM, junto con el uso de símbolos externos como collares, anillos, etc., se da con cierta frecuencia la utilización de adornos de modificación corporal suave, como tatuajes, marcas, piercings, etc.
El tatuaje suele ser muy frecuente en las mujeres que adoptan el rol sumiso, bien en forma de símbolos étnicos inconcretos, bien con figuraciones de su estatus como sumisa: cadenas, esposas, el nombre de su dominante, etc.
Igualmente frecuentes son en este caso los piercings, especialmente los realizados sobre los pezones. Menos frecuentes son aquellos que se llevan en ombligo o en la zona genital. Entre los varones sumisos también se dan dichas manifestaciones, si bien en algo menor número.
En el caso de señales que no derivan de los habituales tatuajes, nos encontramos con una práctica inusual pero curiosamente muy deseada (especialmente en entornos D/s), a juzgar por las manifestaciones de sus practicantes: las marcas. Estas pueden ser a fuego o con otros sistemas (escarificación) y suelen realizarse en estudios profesionales de tatuaje, con amplias garantías sanitarias.
Lo habitual suele ser el símbolo del nombre de la persona dominante, sea este una abreviatura, un ideograma o cualquier otro elemento simbólico. La ceremonia del marcado puede revestir una singular importancia y acompañarse de una fiesta entre los miembros de la comunidad relacionados con la pareja de “contrayentes”.
Por ropa de código suele entenderse en la escena BDSM aquella con la que a la mayor parte de sus activistas les gusta identificarse. En determinadas fiestas y reuniones puede pedirse a los asistentes que vengan vestidos de esa manera (código estricto), aconsejarse el vestuario de código o indicarse que la asistencia no obliga al código (código libre).
El tipo de ropa suele estar basado, para ellas, en el látex, el cuero y el vinilo, como elementos básicos, y suele incluir a menudo elementos de connotaciones abiertamente fetichistas: corsé, medias de rejilla y ligas, botas o zapatos de tacón alto, etc.
Para ellos, suele diferenciarse mucho si se trata de la escena heterosexual o de la escena homo-S/M. En el primer caso, pantalones y camisas negras u obscuras, pudiendo ser de seda o cuero, aunque no es lo habitual. En el segundo caso, los materiales son prácticamente los mismos que los de ellas: cuero, látex y vinilo. La escena heterosexual es mucho más permisiva y abierta, en cuanto a los códigos de vestuario, mientras que en los ambientes homo-S/M se suele dar una mayor importancia al mismo.
Toda persona que se acerca al BDSM suele recorrer una serie de estadios o niveles de aproximación social y de autoreconocimiento, que a menudo son comunes e independientes del sexo, inclinación de rol o educación. En la literatura especializada se habla en este sentido de los estadios de iniciación.
Como todo grupo cultural con identidad propia, la comunidad BDSM ha desarrollado en las diferentes ciudades de los cinco continentes sistemas de comunicación directa, en forma de clubs, fiestas privadas o públicas, pubs, asociaciones y federaciones, etc.
En nuestro país existen grupos que se identifican con la comunidad BDSM a través de los medios habituales de información. Últimamente recibimos reportes de prostitutas que revelan los pedidos sexuales mas insólitos por parte de sus clientes, como momificaciones con cintas de embalar, enjaulamientos, encepamientos y quemaduras de cigarrillo, animales disecados para un ” menage a trois” y el sofisticado “parto anal” donde luego de colocar una enema para limpiar el intestino se introduce un muñeco de silicona. Luego se tira de un hilo que sale del muñeco (parecido a los tampones) y comienza el parto previo inflar el muñeco con un sistema similar al de los botes de salvamento. La extracción provoca un masaje prostático placentero. También se relata como bastante frecuente el fist fucking anal (penetración con el puño cerrado y parte del antebrazo).
Se observa también los varones que se visten de mujer de vez en cuando sin ser travestistas ni transexuales. Se denominan “crossdresser” y es difícil intentar una definición clara. Tal actividad se esta extendiendo en la Argentina en los últimos tiempos. Existe el servicio para hombres que tienen ganas de de ponerse pelucas, tacos, faldas, maquillaje y lencería aunque sea por un rato y a veces acompañado de su pareja habitual suelen concurrir a fiestas o reuniones del grupo. En esta comunidad pueden encontrarse heterosexuales, homosexuales y bisexuales.
B) La actividad sucesiva:
Se caracteriza por la reiteración de formación y ruptura de parejas (por ej.: divorcios sucesivos múltiples).
Muchas parejas utilizan la fórmula civil del matrimonio en un permiso oficial para unirse sexualmente por corto tiempo, después del cual viene el divorcio.
Es común observar en las parejas actuales el “vivir juntos” sin vínculo matrimonial desde el punto de visto civil, y suelen pasar poco o mucho tiempo de convivencia no legalizada pudiendo luego separarse o consumar el matrimonio de acuerdo a la experiencia en común vivida.
Tanto en un caso (matrimonio legal) como en el otro (convivencia no legalizada) existe en muchas parejas una historia de formación y ruptura sucesiva en el tiempo (vínculos múltiples) configurando una estructura de personalidad con características de inestabilidad emocional, o inmadurez afectiva en muchos casos.
El snobismo social de algunas personas en la actualidad (personajes de cierto nivel social, cultural o artístico) con cierta frecuencia presentan la proclividad a presentar divorcios sucesivos múltiples con la anuencia, la divulgación y la exposición pública a través de los medios de comunicación.
La observación de estas manifestaciones de pluralismo sexual requiere de un profundo análisis que dejamos para otra oportunidad.