Contentidos
- 1 Clasificación
- 1.1 El trastorno mental transitorio completo
- 1.2 La ebriedad
- 1.3 Las epilepsias
- 1.4 La emoción
- 1.5 El sueño
- 1.6 El sonambulismo
- 1.7 El hipnotismo
- 1.8 Las reacciones vivenciales anormales
- 1.9 Los trastornos mentales transitorios incompletos
- 1.10 A) TMTI exógeno, reacción vivencial y pasional.
- 1.11 B) TMTI endógeno. La base psicopatólogica
- 1.12 Los movimientos automáticos por miedo y el dolor
Clasificación
El TMT puede clasificarse como completo (exención característica del estado de inconsciencia que lleva a la ininputabilidad jurídica) e incompleto (atenuación característica de los cuadros que, sin llegar al estado de inconsciencia, provocan estados crepusculares de la conciencia compatibles con la inimputabilidad disminuída desde el punto de vista jurídico, por lo menos para el código penal español que lo asimila al arrebato y la obcecación (AyO).
El trastorno mental transitorio completo
En los últimos tiempos se tiende a afirmar que el TMTC es el último estadio de una graduación jurídica que se inicia en la simple irritación, aturdimiento o acaloramiento, sin relevancia penal, pasando por la atenuante del AyO, hasta llegar al TMTC caracterizado por el estado de inconsciencia.
El concepto de estado de inconsciencia no debe interpretarse etimológicamente, sino en un sentido psicológico, es decir, como una “alteración grave de la conciencia”. En este sentido, como lo señala Frías Caballero, “el código no exige, pues, una falta absoluta de conciencia sino una profunda perturbación de ella”.
De manera tal, que será la intensidad de la perturbación la que incline la decisión del tipo de TMT, ya que en la actualidad se desestima la importancia de la base psicopatológica de la personalidad del imputado y la cualidad de la perturbación y mucho menos, se tiene en cuenta el carácter ético de la respuesta de la víctima.
No se debe confundir el término “inconsciencia” con los puntos de vista neurólogico y psicoanalítico.
Desde el punto de vista neurológico, la inconsciencia produce una supresión de la conciencia. En el estado de inconsciencia el individuo es “ser sin mundo”.
Es una perturbación del estado de vigilia, el individuo se encuentra inconsciente (pérdida del conocimiento), por ejemplo: por un traumatismo de cráneo que puede provocar una conmoción (perdida de conciencia transitoria sin dejar secuelas), contusión (pérdida de la conciencia con secuelas) o por compresión (masa ocupante ya sea tumoral o hemorrágica).
Tampoco se debe confundir el inconsciente psicoanalítico con la inconsciencia médico legal.
El inconsciente según el sistema metapsicológico de Freud es la parte más profunda de la topografía del aparato psíquico. Tiene que ver con la instancia del Ello o principio del placer.
Existe en el inconsciente una energía instintiva que intenta llegar al consciente (proceso primario) a través de impulsos (pulsiones interiores).
A la porción intermedia Freud la denominó preconsciente que también tiene sus formas de actuación (proceso secundario) y se encuentra entre la realidad y el inconsciente, regido fundamentalmente por el Superyo o principio del deber y el consciente que es la conexión con el mundo de la realidad regido fundamentalmente por el YO o principio de la realidad.
Se dice que el YO responde a tres amos (el ello, el superyo y el mundo exterior). El inconsciente freudiano tiene valor simbólico.
Desde el punto de vista psiquiátrico se produce una pérdida de la capacidad judicativa por suspensión de la conciencia. Entre los cuadros psiquiátricos que pueden provocar cuadros de inconsciencia se citan todos aquellos capaces de suspender el juicio, como ocurre en elsíndrome confusional.
Los estados de inconsciencia desde el punto de vista médico legal pueden estar provocados por intoxicaciones como el alcohol y drogas, pero también por otras motivaciones como el sueño, la epilepsia, la emoción, la hipnosis, el sonambulismo, el dolor etc.
La ebriedad
Es un trastorno psico-orgánico transitorio que perturba la conciencia y compromete el SNC dando síntomas neurológicos de variada gravedad pudiendo llegar al coma y aún la muerte.
Las etapas clínicas del alcoholismo con valor médico legal que se pueden enunciar son:
- Período subclínico (alcoholemia de hasta 1g por mil de sangre) es sintomatológicamente subjetivo. Se encuentra perturbada la atención y los reflejos.
- Período clínico (alcoholemia de 1 a 2g por mil de sangre) es sintomatológicamente objetivo. El individuo puede presentarse locuaz y desinhibido (bebida alegre), depresivo (bebida triste), somnoliento (bebida onírica) o agresivo (mala bebida).
- Período médico legal (alcoholemia de 2 a 3 g por mil de sangre) se producen amnesia total, incoordinación motora y automatismos.
- Período letal (más de 4 g por mil en sangre) se precipita la intoxicación con sueño profundo, coma, y muerte.
El alcoholismo puede ser a su vez agudo y crónico.
- El alcoholismo agudo se puede dividir en simple (embriaguez común) o asociado a epilepsia, drogas, personalidades psicopáticas, etc. (embriaguez potenciada).
- El alcoholismo crónico (organismo alcohólico) puede llegar a presentar desde el punto de vista mental, cuadros de psicosis y demencia.
Las epilepsias
Las epilepsias representan un problema médico legal importante por el número de enfermos afectados, la gravedad de la repercusión social que pueden tener sus crisis o los trastornos conductuales.
Se caracterizan por presentar crisis o descargas neuronales paroxísticas hipersincrónicas que interesan simultáneamente al conjunto de las estructuras cerebrales con alteraciones EEG. bilaterales síncronas y simétricas.
Pueden ser crisis generalizadas (gran mal y pequeño mal) y parciales.
Las crisis generalizadas tónico-clónicas de las epilepsias convulsivas graves (gran mal epiléptico) se acompañan de la pérdida de conciencia total e inmediata, (con amnesia total del hecho),y de una caída abrupta (coma). Al finalizar la crisis el paciente presenta un cuadro confusional post-crítico con una obnubilación agitada y un desorden motor que se disipa lentamente.
El pequeño mal epiléptico de la segunda infancia se acompaña de crisis de ausencias o breve suspensión de la conciencia (5 a 15 segundos) en que la mirada se hace vaga, la palabra se interrumpe y a veces se acompaña de movimientos de globos oculares, párpados, nuca, etc. Al final de la crisis se vuelve a una conciencia clara y el paciente sigue haciendo lo que hacía sin transición.
Las crisis parciales se caracterizan por descargas neuronales hipersincrónicas que afectan a un sector localizado más o menos extendido de las estructuras cerebrales durante escasos minutos y que pueden luego generalizarse o no.
Durante las crisis, ya sean sómatomotora (crisis jacksoniana del cortex motor prerrolándico contralateral), sómatosensitiva (región parietal ascendente) o sensoriales como por ejemplo: visuales caracterizadas por relámpagos o luces coloreadas (afectación del cortex occipital contralateral) no hay pérdida de conciencia salvo que se generalicen secundariamente.
En las crisis temporales (frecuentes en el adulto), se presentan sensaciones vegetativas (molestias epigástricas), fenómenos alucinatorios auditivos (ruidos, voces, etc.) olfativas (olores a quemado o podrido), visuales (por ejemplo: visión de animales), sentimientos de extrañeza, miedo, pensamiento forzado, dismnesia paroxística, y trastornos psicomotores de la conducta (automatismos, fugas, furor, etc.). Estas crisis temporales suelen tener gran importancia médico legal en los casos de TMT.
Los cuadros confusionales epilépticos suelen ser ansiosos, agitados o estuporosos, con delirios por lo general místicos y alucinaciones (onirismo). Pueden durar de días a semanas y provocar cuadros de TMTC
En los estados crepusculares o estados de ensueño prolongado, la obtusión de la conciencia con relación al mundo de la realidad exterior nos hace sospechar la riqueza de contenidos patológicos internos que almacena (despersonalización, alucinaciones, delirios e imágenes oníricas y falsos reconocimientos, etc.) y pueden liberar impulsos de violencia extrema (violaciones, incendios, agresiones, homicidios que obedecen a una intencionalidad de inconsciencia patológica). Tienen gran importancia a la hora de definir los cuadros de TMTI.
Los pacientes con epilepsia pueden presentar una variada gama de alteraciones psiquiátricas entre las que figura un cuadro clínico de la personalidad epiléptica considerado como exponente de un trastorno orgánico de la personalidad.
También como trastorno crónico de la personalidad, podemos encontrar las psicosis epilépticas y los cuadros demenciales, que pueden asociarse a crisis paroxísticas o no y con ello los complicados diagnósticos médico-legales.
La emoción
La emoción es una reacción primaria, explosiva, brusca e intensa. Un estímulo ya sea percibido desde el exterior o representado desde el interior impacta el psiquismo provocando cambios del tono afectivo (huida o ataque) y trastornos neurovegetativos que alteran la conciencia.
Para comprender la problemática afectiva en los TMT se debe hacer un mínimo recordatorio de la semiología de la afectividad
La afectividad es el engranaje que impulsa toda la vida psíquica.
Los estados afectivos pueden ser agradables o desagradables y dependen del modo de reaccionar de cada uno frente a los estímulos que proceden de variados estados de ánimo que oscilan entre el placer (que estimula) o el displacer (que deprime).
El hombre es como su afectividad lo condiciona. La afectividad se confunde en su origen con las pulsiones instintivas, siendo éstas en última instancia las que condicionan toda la vida afectiva desde que la satisfacción o la insatisfacción determinan respectivamente estados afectivos placenteros o displacenteros. Así las fuerzas instintivas satisfechas provocan sedación y relajación (estado de ánimo placentero) y las insatisfechas aumentan la tensión impulsiva y la excitación (estado de ánimo displacentero).
El temple general representa el potencial o carga afectiva que posee el individuo con su correspondiente capacidad reactiva (humor).
El humor representa el matiz placentero o displacentero que desplaza la carga afectiva de acuerdo con las circunstancias actuantes hacia un polo u otro.
La afectividad tiene su origen en lo instintivo, impregna toda la personalidad, participa de las elaboraciones intelectuales y condiciona la conducta.
Se manifiesta a través de contenidos: emociones, afectos, sentimientos y pasiones.
Las emociones son cambios bruscos de humor o estado de ánimo.
Se clasifican en simple o primaria y compleja o secundaria.
Las emociones simples son básicamente:
- el miedo (sensación subjetiva de reducción del ámbito personal) que provoca la reacción de huida;
- la cólera (sensación subjetiva de aumento del ámbito personal) que provoca la reacción de ataque; y
- la sexual (sensación subjetiva de expansión y proyección del ámbito personal) que provoca la reacción de acercamiento.
Las emociones complejas son, por ejemplo: la ansiedad y la angustia (displacenteras) y la alegría (placentera).
La ansiedad es una exaltación tímica por un temor psíquico que provoca una descarga motora (sobresalto) y la angustia es una sobrecarga emocional por un temor físico que provoca una descarga de llanto (sobrecogimiento).
Los afectos son inclinaciones naturales o tendencias que mediante el aporte emocional primario conducen al humor hacia el plano o polo placentero o displacentero. Se diferencia de las emociones por la mayor estabilidad que presenta los afectos.
Existen inclinaciones egoístas (giran en torno al yo) placenteras (por ej: optimismo) o displacenteras (por ejemplo: pesimismo) y altruistas (giran en torno a los demás, por ejemplo: amor a los semejantes).
Los sentimientos son estados afectivos elaborados en la conciencia mediante el aporte del juicio y del razonamiento que le configuran estabilidad, subjetividad y especificidad individual. Pueden ser egoístas (culpa), altruistas (amor), impersonales (fe).
Las pasiones son estados afectivos intelectualizados de gran persistencia que en ocasiones puede hacerse permanentes condicionando la conducta. Pueden ser egoístas (odio, venganza), altruistas (caridad, piedad), impersonales (música, pintura, arte, etc.)
En los TMT desde el punto de vista médico legal, nos interesa valorar el grado de intensidad emocional que sufrió un individuo que cometió un ilícito, ya que de acuerdo a la intensidad de la reacción puede provocar una suspensión judicativa (emoción inconsciencia) o un trastorno de la conciencia sin desconexión total con la realidad caracterizado por un estado crepuscular.
La emoción inconsciencia es un TMTC que configura una eximente de acuerdo al art. 34 inc. 1 del CP, y el estado crepuscular emocional un TMTI.
La personalidad suele estar desestabilizada por patologías previas como las epilepsias, las neurosis, el alcoholismo, la depresión, etc.
La desconexión de la conciencia provoca amnesia y automatismos (como luego analizaremos).
El sueño
La inconsciencia puede ser un estado normal en el sueño. La inconsciencia patológica puede ser debida a distintas causas (ebriedad del sueño).
El sueño es una fase nictameral de los ritmos circadianos regulado por el sistema vagal centroencefálico.
Durante el sueño sólo descansa la conciencia perceptiva y discriminativa.
Durante este período aumenta la energía del inconsciente psicoanalítico por suspensión cortical del control consciente.
Las fases del onirismo son cuatro: 1) ritmo alfa: disminución de la amplitud con frecuencia alta (5 al 10% del sueño); 2) ritmo beta: caracterizado por ciclos de 12 a 16 por segundo (50 % del sueño); 3) ritmo REM: que comienza entre 70 a 100 minutos luego de iniciado el sueño y que se repite de 4 a 6 veces durante la noche con disminución del tono muscular (25% del sueño) y 4) el ritmo de las ondas lentas (15 al 20% del sueño).
La inconsciencia patológica es la suspensión completa y transitoria de las operaciones cognoscitivas (evocativa-judicativa-valorativa) con presencia de actividad motora automática independiente (capacidad práxica).
Se debe hacer diagnóstico diferencial con el desmayo y el coma.
El desmayo es la pérdida de sentido de breve duración (pérdida de la conciencia perceptiva y de los movimientos corporales). El coma es la pérdida de sentido de origen orgánico donde sólo queda la conciencia fisiológica.
El sueño puede colocar a un sujeto en una situación de inconsciencia que, según los supuestos, implica inimputabilidad. Si se considera la inconsciencia completa por sueño como una modalidad del TMT podrá apreciarse todas las graduaciones respecto a las eximentes que el código permite.
El agente desencadenante del TMT por inconsciencia en el sueño será el agotamiento y la falta de descanso. La inconsciencia puede surgir también en forma repentina como consecuencia de la narcolepsia (1x 1000 de las personas), verdadero ataque de sueño que puede durar hasta 15 minutos que produce profunda inconsciencia.
Otro trastorno son los terrores durante el sueño (pesadillas) que pueden durar hasta 10 minutos, en los cuales el individuo puede realizar movimientos violentos, agitación con confusión, a consecuencia del tema de la ensoñación y realizar acciones delictivas (lesiones, homicidios, etc.).
El sonambulismo
El sonambulismo se produce en la fase más profunda del sueño, en la que el sujeto se levanta realizando conductas automáticas y en ocasiones complejas. Los ojos permanecen abiertos y se pueden sortear obstáculos pero no existe estado de conciencia. No se puede entablar una conversación, aunque puede darse el caso de que el sonámbulo hable espontáneamente y en forma ininteligible. Existe amnesia posterior al suceso. Se pueden consumar actos ilícitos durante el episodio sonambúlico. Los episodios pueden durar entre 5 y 30 minutos. Algunos relacionan el sonambuismo con patologías psíquicas como la histeria y la epilepsia.
El hipnotismo
La hipnosis fue descripta por el cirujano escocés James Braid en 1840 por la influencia de Mesmer. Demostró que durante el sueño magnético las personas no están inconscientes sino muy sensibles a la sugestión. Este descubrimiento allanó el camino a otros científicos como Charcot, Liébeault, Bernheim, Janet y Freud.
La efectividad de la hipnosis depende de las características de la persona que se pretenda hipnotizar. Al trance hipnótico no accede cualquiera ya que se produce un trastorno de la voluntad evidente, quedando el hipnotizado en situación de sumisión y obediencia con respecto a otra persona. Luego se experimenta una cierta amnesia de lo ocurrido.
Los actos realizados bajo este estado son asimilables al TMT, aunque hay autores que sostienen que las acciones sugeridas pueden ser refrenadas o inhibidas, sobre todo cuando tales órdenes pugnan con convicciones profundas del sujeto. Otros sostienen que en aquellas personas que tienen predisposición para el delito, la inhibición ética hace que la conducta se cumpla automáticamente.
La determinación técnica de la hipnosis, desde el punto de vista penal, se sitúa como una perturbación lindante entre la inhibición de la libre voluntad por sugestión de terceros y el grado de resistencia que pueda oponer el sujeto a la orden del hipnotizador.
Las reacciones vivenciales anormales
Este concepto lo consideramos de especial importancia en razón de resultar un aporte significativo a la dilucidación de aquellos problemas psiquiátrico forenses en su proyección jurídico -penal de la inimputabilidad.
Binder fue quien ha analizado y expuesto con acabada claridad conceptual esta particular manifestación psicopatológica.
Estudia así: aquellos trastornos que se producen cuando ciertas vivencias a las que se llaman psicotraumáticas provocan determinadas respuestas psicológicas anormales”.
El mismo autor, hace un distingo en estas respuestas anímicas a las vivencias traumáticas, entre “reacciones” y “desarrollos”.
En tal sentido expresa Binder que la: “reacción psicológica anormal” es la respuesta a un trastorno psicotraumático agudo del equilibrio que cursa en breve tiempo (entre unas horas y unos días) como manifestación aislada. Al cesar el efecto traumático de la vivencia, la persona recupera relativamente pronto el dominio de sus funciones psíquicas y sin dejar tras de sí alteraciones permanentes de la psique.
En cambio “los desarrollos psíquicos anormales” son mucho más difíciles de superar, toda vez que bajo la incidencia de daños psicotraumáticos crónicos, o que se repiten continuamente, se producen alteraciones desfavorables de la estructura de determinadas disposiciones psíquicas y con ello respuestas anómalas de larga duración (meses o años) y la consecuente desadaptación a la vida cotidiana.
Todo hombre normal puede tener reacciones normales y anormales. Por ello podemos decir que mientras las reacciones normales son adecuadas desde el punto de vista cuantitativo y cualitativo, a sus motivaciones, las reacciones anormales, aunque son comprensibles cualitativamente en su motivación, resultan totalmente desproporcionadas cuantitativamente y por ello impresiona como algo en su manifestación conductual.
A su vez Binder hace un distingo entre lo que llama “reacciones psicógenas”y “reacciones psicopáticas”.
Cuando los sucesos que surgen no pertenecen a los estímulos habituales del medio ambiente que actúan cotidianamente sobre el hombre, por lo tanto, cuando tales estímulos extraordinarios producidos por el medio provocan “vivencias psicotraumáticas” desencadenando reacciones anímicas o vivenciales anormales se habla de “reacciones psicógenas”.
En los individuos que presentan una disposición psicopática puede ocurrir que estímulos ambientales relativamente intrascendentes o pequeños (algo cotidiano o corriente) tengan un real efecto psicotraumatizante. Estos estímulos actúan como dice Binder como “una chispa en un barril de pólvora” y en consecuencia a estas respuestas anímicas anormales se las llaman”reacciones psicopáticas”.
Los trastornos mentales transitorios incompletos
En el CP español se considera que un sujeto actúa con arrebato u obcecación (AyO) cuando sufre alteraciones pasionales o emocionales e incluso psíquicas que afectan a su capacidad cognoscitiva y volitiva, pero sin abolirla, por lo que su alcance es sólo parcial.
El AyO es un estado de ánimo que ofusca la mente proyectando su efectividad en situaciones en las que la mayoría de las personas se comporta de manera imprevisible.
Se entiende por arrebato una pérdida momentánea del autodominio como consecuencia de la ira o de sentimientos afectivos. Es una reacción ante una determinada situación vivencial, que desemboca en una situación de descontrol.
Así los insultos, las agresiones físicas, las situaciones ambientales estresantes, las amenazas y provocaciones pueden dar lugar a respuestas arrebatadas. En el arrebato no se medita la acción, sino que se actúa acaloradamente, sin prever las repercusiones que ello puede tener. Los hechos realizados bajo arrebato entrarían en sintonía con las reacciones en cortocircuito.
Los actos en cortocircuito o reacciones primitivas, son reacciones momentáneas impulsivas producidas por las capas inferiores de la personalidad, es decir, sin que intervengan la “esfera del yo” en su función conductora, ya que ésta “llega tarde” para frenar o dar la contraorden a la acción ya ejecutada. Se producen por lo general por situaciones emotivas, pasionales, o circunstanciales, sin necesario trastorno del campo de la conciencia, aunque el sujeto no alcanza a tener clara conciencia del acto ya que representa la etapa final de un conflicto muy traumático (rechazado o reprimido por el inconsciente) que hace eclosión como una reacción motora elemental (reacción impulsiva); a diferencia de los actos reflejos que tienen un origen psíquico condicionado por el entendimiento.
La obcecación implica una situación de perturbación psíquica por hechos externos o acontecimientos vivenciales, pero con la particularidad de que no puede anular la responsabilidad criminal siendo su alcance sólo atenuante.
Toda actuación realizada bajo obcecación responde a un estado que se ha ido gestando durante un período superior al del arrebato, que es mínimo o inmediato. El obcecado llega a esta situación después de haber sufrido una determinada agresión continua, o haber pasado por un trance desagradable.
De manera que la obcecación es un estado de ofuscación transitoria que desaparece después de haberse producido el fenómeno que la detona. Reconoce un estado de ánimo preexistente (un estado interior de malestar, ira, celos o resentimiento) que se extiende en el tiempo y que actúa persistentemente en el sujeto impidiéndole valorar adecuadamente las consecuencias de una acción reactiva ante los estímulos que recibe.
Por lo tanto se puede dar en obsesivos, paranoides, depresivos, etc, que tras un período de obcecación tienen una reacción de ofuscación que los obnubila.
Estos cuadros admiten excepcionalmente la alevosía por excitación psíquica pero nunca la premeditación que exige, entre otros requisitos, la frialdad del ánimo.
Como contrapartida, los estados pasionales y el miedo excesivo (que puede llegar al pánico o al terror) y la acción de drogas pueden constituir auténticos TMT.
Las consideraciones médico legales que se deben tener en cuenta cuando se debe contemplar la posibilidad de TMTI que puedan determinar una imputabilida disminuída desde el punto de vista jurídico son:
A) TMTI exógeno, reacción vivencial y pasional.
El TMTI por reacción vivencial plantea un mayor problema de prueba entre todos los existentes puesto que habrá que tener en cuenta las circunstancias ambientales y subjetivas que rodearon los hechos.
Se entiende por vivencias los acontecimientos de la vida que provocan una resonancia afectiva influyendo emocionalmente en el sujeto. Esta reacción emocional es habitualmente compleja, se compone de elementos psíquicos y físicos como la angustia y el miedo que provocan, además de la alteración psíquica, sintomatología somática como taquicardia o temblores.
La reacción vivencial es una respuesta emocional comprensible motivada por una vivencia. Se dice que la reacción vivencial es anormal cuando la duración intensidad y cualidad de la reacción es una respuesta desproporcionada a la motivación que la determinó.
Las reacciones pasionales de amor, celos, odio, poder, avaricia, envidia, etc. pueden dar lugar a actos irreflexivos muchas veces concomitantes con el delito, que si bien pueden ser transitorias son de mayor duración y profundidad.
Otros trastornos transitorios que perturban gravemente la razón y la acción y que remiten sin secuelas son las psicosis reactivas graves, resultantes de un estrés psicosocial (duran como máximo dos semanas), las psicosis exógenas como el estado crepuscular; el trastorno psicótico agudo polimorfo (que presenta productividad psicótica alternante y cambiante en horas) ; el síndrome exógeno confusional provocado por infecciones e intoxicaciones que inciden el parénquima cerebral, y el trastorno por estrés postraumático agudo que se caracteriza por la reexperimentación de un acontecimiento traumático con reducción de la respuesta frente al exterior y una gran variedad de síntomas neurovegetativos.
B) TMTI endógeno. La base psicopatólogica
El TMTI de origen endógeno puede ser ocasionado por una perturbación de origen patológico o enfermedad mental como la psicosis, así como por una anomalía o trastorno que sin llegar a considerarse una auténtica enfermedad psíquica posee un fondo morboso o personalidad de base psicopatólogica.
Los trastornos de la personalidad se deben diferenciar claramente de la enajenación mental, pues mientras los primeros por sí mismos no tienen relevancia jurídica penal salvo que estén unidos a una situación vivencial u otra situación exógena concomitante, la segunda implica per se una exención de pena.
El problema de las psicopatías a nivel psiquiátrico es que no son verdaderas o auténticas enfermedades mentales y jurídicamente son excepcionalmente consideradas exentas de responsabilidad criminal.
El tipo de personalidad antisocial o sociopatía es una de las de mayor incidencia jurídico criminal. La existencia de este trastorno, unida a situaciones vivenciales adversas o a trances de máxima tensión, pueden dar lugar a acciones delictivas muy violentas.
Así, los psicópatas pueden presentar descompensaciones psicóticas que pueden implicar disminución o anulación de la responsabilidad criminal. También hay que contemplar con un buen diagnóstico los casos fronterizos y las estructuras “bordelines” (personalidades límites descompensadas).
El trastorno paranoide de la personalidad tiene su manifestación más grave en el delirio sensitivo paranoide. En el delirio pasional la petición amorosa rechazada se elabora en el sentido de la idea de la insuficiencia vergonzosa y se transforma en las correpondientes ideas referidas, y de celotipia.
La celotipia y la desconfianza hacia la pareja son comunes en las personalidades paranoides y proclives a situaciones delictivas por reacciones explosivas y agresivas.
Los querulantes y pleitistas realizan sus actividades delictivas en relación a supuestos jurídicos y judiciales.
El trastorno esquizoide y esquizotípico se caracteriza por la deficiencia que presentan estos individuos para establecer relaciones sociales por ser solitarios, introvertidos, fríos, lentos y distantes. A menudo pueden sufrir episodios psicóticos de corta duración (se asocian a los bordelines).
Los trastornos histriónicos se caracterizan por una conducta teatral e intensamente manifestada, con conductas extravagantes, manifestaciones de autodramatización, excitación emocional, hiperreacción, así como explosiones de ira injustificadas. Egocéntricos, exigentes y agresivos pueden desdoblar la personalidad y tener reacciones de conversión y trastornos de la conciencia breves.
El trastorno explosivo o de falta de control de los impulsos se caracteriza por la inestabilidad emocional con tendencia al odio, la ira o la violencia y que puede tener un correlato con alteraciones cerebrales orgánicas de tipo epileptoide que le resta responsabilidad penal en algunas circunstancias.
Entre las neurosis, las obsesivos compulsivas y las histéricas que se disocian (fugas psicógenas, trastornos de trance y posesión, amnesias, etc.), suelen ser las que más complicaciones de tipo delictivo suelen presentar cuando se presentan descompensaciones emocionales agudas que le restan responsabilidad.
Los movimientos automáticos por miedo y el dolor
En los movimientos automáticos el impulso externo actúa por vía subcortical (periférica) pasando directamente de un centro sensorio a otro motor sin intervención primaria de la conciencia, por lo tanto este reflejo es penalmente irresponsable. Así por ejemplo ante una situación de agresión inminente y peligrosa, se puede reaccionar agrediendo al atacante en forma irracional a causa de un miedo insuperable.
El dolor intenso puede provocar una situación de perturbación mental evidente que anule el conocimiento reflexivo y la voluntad. Las sensaciones de dolor se transmiten a las regiones corticales somatosensibles del SNC, donde se origina la percepción consciente. El cortex parietal localiza el dolor y percibe su intensidad y magnitud, pudiendo dar lugar al aturdimiento, la inconsciencia y, de persistir, al shock cardíaco y la muerte. De manera tal, que el dolor puede ser causa de alteración mental, fruto de la angustia y el sufrimiento y ocasionar actos irreflexivos.